Tabla de contenido
¿Qué es estar en la gracia de Dios?
La gracia de Dios es una virtud por la cual Dios puede dar algo sin nada a cambio, ya que para alcanzar la misma el hombre nada puede hacer por sí mismo. La gracia de Dios llega por medio de la fe y, la aceptación del sacrificio que Jesús hizo por la humanidad.
¿Que nos da el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual. Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza.
¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo explica cada uno?
Son pues siete los dones del Espíritu Santo; es a saber don de sabiduría, don de entendimiento, don de consejo, don de fortaleza, don de ciencia, don de piedad, y don de temor de Dios.
¿Cuál es el significado de la palabra gracia?
El término más utilizado para definir «Gracia» en el Antiguo Testamento era el Hebreo «Hen», mientras que en el Nuevo Testamento era el Griego «Charis». Estos términos originalmente significan «favor» o «bondad» , en especial si esta ha sido ganada sin merecerla.
¿Qué es la gracia en la Biblia?
La gracia es que Dios nos escoge para bendecirnos en lugar de maldecirnos, a pesar de que nuestro pecado lo merece. Esta es su bondad a los indignos. Efesios 2:8 dice, «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros».
¿Qué es la gracia de Dios?
¿Qué es la gracia de Dios? La gracia es un tema constante en la Biblia, y culmina en el Nuevo Testamento con la venida de Jesús (Juan 1:17). La palabra traducida como «gracia» en el Nuevo Testamento proviene de la palabra griega charis, que significa «favor, bendición o bondad».
¿Qué es la gracia en la antigüedad?
La gracia se ve brillar sólo en algunos momentos de la antigüedad, como en el pacto de Dios con Abraham (Gén. 15:5-21), y con David (2 S. 7:14-16); pero en todo el período de la ley Dios no puede manifestar su gracia (excepto a un “pequeño remanente”, Rom. 11:2-6), porque la ley no es de fe, sino de obras.