¿Por qué la indiferencia?
La indiferencia está asociada a la insensibilidad, el desapego o la frialdad. Son estas características que se presuponen contrarias a la condición social que tenemos los seres humanos y que provoca que nos relacionemos unos con otros. “A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada”.
¿Cómo podemos combatir la indiferencia?
El antídoto para combatir la indiferencia es un sentimiento de interés y apreciación sincera por la otra persona o por la situación en cuestión. Prestarle importancia a la cosas que valen la pena. No necesitas ser un político, tener mucho dinero, o estar en un cargo público para poder cambiar tu entorno.
¿Cómo protegernos de la indiferencia?
“Mantenernos al margen” o “no esperar nada de nada, ni de nadie” es una manera de protegernos. En este caso, la indiferencia consistiría más que en un acto pasivo, en el acto activo de aceptar todo aquello que pueda pasar. Estar abierto a un mundo de posibilidades y aceptar que pueda ocurrir un suceso como otro.
¿Qué es la indiferencia?
La indiferencia es un estado afectivo neutro. Solemos definir a una persona indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. Es un sentimiento que mantiene al margen a la persona que tiene esta condición.
¿Qué es una persona indiferente?
Solemos definir a una persona indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. Es un sentimiento que mantiene al margen a la persona que tiene esta condición. Sin embargo, cuando recibimos un zarpazo de indiferencia de alguien, sus garras nos producen heridas dolorosas.
¿Por qué nos sentimos indiferentes?
Realmente, cuando nos mostramos indiferentes hacia algo o hacia alguien, lo que hacemos es acercarnos o alejarnos de esa persona o esa circunstancia. La vida está llena de momentos y circunstancias en la que optar por mostrarnos indiferentes no siempre es lo mejor. Puede importarnos más o menos, pero nunca podemos dejar de sentir.