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¿Qué nombre recibían los baños públicos romanos y cuáles eran sus partes esenciales?
Las termas romanas eran recintos públicos para el baño, típicos de la civilización romana. En las villas, los baños se llamaban balmes o balneum y si eran públicos, thermae o therma. A las termas acudía la gente a la que no se le permitía tener un baño en casa, como los plebeyos o los esclavos.
¿Cómo eran los baños en la antigua Roma?
La mayoría contenía un apodyterium, una habitación justo dentro de la entrada donde el bañista guardaba su ropa. A continuación, el bañista avanzaba hacia el frigidarium (baño frío) con su tanque de agua fría, el tepidarium (baño templado) y finalmente el caldarium (baño caliente).
¿Cómo eran los baños griegos?
Los clientes utilizaban unas bañeras planas con un asiento bajo en la parte de atrás, y también piscinas. Los griegos conocían también la bañera, que solía ser de barro cocido y moldeado, o se podía tallar en piedra. Las tinas y jofainas eran de barro cocido y servían para bañar a los niños pequeños.
¿Cómo se llamaban los baños romanos?
Los baños romanos generalmente se llamaban termas, tomados de la palabra griega que significa caliente, y si eran establecimientos más pequeños o de propiedad privada, a menudo se les llamaba balneae.
¿Cómo era el uso del baño durante el Imperio?
En algunas ocasiones, durante el Imperio, se permitió el baño conjunto a hombres y mujeres. Otro uso predominante y que suele aparecer en todo lugar donde acudían las entidades de la ciudad (al igual que el teatro por ejemplo), en las termas también se solía acudir para «socializarse».
¿Cuáles fueron los primeros baños templados y calientes?
Los primeros baños templados y calientes aparecieron durante la segunda mitad del siglo II a. C. con la difusión del hipocausto en el mundo romano que Plinio el Viejo atribuyó al ingeniero Cayo Sergio Orata. Su uso fue difundido por el Imperio romano a toda Europa.
¿Cómo eran los baños en la Antigua Roma?
Esos baños o termas (thermae) públicos eran de propiedad estatal, y a menudo ocupaban la superficie de varias manzanas. El precio de la entrada era bastante razonable y quedaba dentro del presupuesto de la mayoría de los hombres romanos libres.